Estaba perdida en la ciudad, era de noche, no tenía a quien acudir. Mi celular no tenia pila, no tenía ni un centavo, no sabía qué hacer. Estaba lejos para llegar a Pirules y el lugar donde me encontraba no se veía nada bien. El miedo me invadía al igual que la desesperación, corría de un lado a otro y luego me detenía. La angustia cada vez aumentaba, de pronto me quede pensando en la banqueta y vi pasar a un taxi. Lo detuve y me subí, él noto mi desesperación y me pregunto a donde iba, le pedí que me llevara a Pirules pero yo no tenía ni un centavo, eso no se lo dije. Me relajé, observé el taxi y mire al hombre a los ojos que se mostraba inquieto, me dio mucho miedo pero comencé a platicar con él. Me platicó sus problemas, jamás me mencionó que mató a ocho personas y mucho menos que huía de la policía. El taxista se detuvo, sostuve una plática amena con él, no sé porque no me cobró, sólo recuerdo que me dio las gracias por escucharlo, yo cerré la puerta y me dirigí a la casa de mi tía. No había nadie, yo encendí el televisor y en las noticias encontré el rostro de aquel hombre que me trajo a casa y que buscaban por ser un hombre peligroso y cometer asesinatos sin causa. En aquel momento había robado el taxi y emprendía su huida.
RUTA 100
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