Despierto bajo las sabanas, amontonándome con mis peluches – no quiero salir de aquí, ¿cuándo será el día en el que una voz suave me diga “mi amor te traje el desayuno” y vea caminar hacia mi cama a un hombre de esos que ponen en las novelas?
Metro Camarones, Tacuba, Polanco, Tacubaya, San Antonio, solo golpeo mi cabeza frente a la ventana todo va tan rápido, solo detengo la mirada cuando se abre la puerta, veo entrar, salir pasar, una bocina que me aturde – Eres secreto de amor, secreto- Johan Sebastian canta en mi oído, volteo de nuevo a la ventana; Barranca del Muerto, la mía, casi desorbito mis ojos, tomo mi bolso y me abalanzo a la gente, empujo, sudo, me tocan y toco, es tan temprano que no me da asco tocar todos estamos bañados.
8pm adormilada por el trabajo no pienso solo camino, Barranca del Muerto, la estación concuerda con mi ánimo, me toca de pie, intento no perder el equilibrio y no caer sobre la panza de el vendedor de lamparitas, me daría asco volver a casa empapada de sudor ajeno. Tacubaya, el entra se aprieta contra mi cuerpo la puerta, no cierra, empuja más me acorrala, no puedo resistirme, tomo una bocanada de aire, no huele nada mal, su quijada choca contra mi cabeza y no puedo evitar sentirme en el cielo, rodea mi cuerpo con sus brazos tratando de alcanzar un ancla entre tanta gente. Me mira profundamente y yo suspiro aliviada el siente lo mismo que yo; Metro Camarones me sonríe dejándome ver un ángel que se sale por sus boca y susurra – tu casa o la mía- ahora todos los días desayuno en la cama.
RUTA 100
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