martes, 2 de diciembre de 2008

El día en que Esperanza dejó la cama



Como cada mañana Esperanza no tenías ganas de levantarse. Decía que su cama ero lo único que le quedaba. Su marido tenía un año que la había dejado en esa casa que él había comprado para los dos y que estaba decorada con todos los obsequios que ellos recibieron en el más feliz día de sus vidas. Toda la casa le recordaba a él. A quien le iban a dar ganas de salir con esas referencias, decía esperanza con 10 kilos menos desde aquel día que decidió encamarse.

11am. Ella todavía sigue en su cueva. Dentro de la cama y cubierta por las sabanas para no ver la luz del sol comenzaba a llorar como parte de su rutina mañanera. A lo lejos se oía una canción.

-…el me dijo que me amaba y no era verdad, el me mintió, no me amaba, nunca me amó, el dejo que lo adorara, el me mintió, el me mintió, era un juego y nada más, era solo un juego cruel de su vanidad el me mintió…balbuceaba entre labios.

Ella al recordar en la manera en que se fue y con la ayuda de Amanda Miguel y de aquel sádico que puso su radio a todo volumen, esperanza comenzó a llorar con más tristeza.

Mientras tanto el timbre de su puerta sonó y como siempre ella no contestó.

-¿Para qué salir? –pensaba en voz alta.

- Todo lo que hay en esta casa me recuerda a ese maldito día que le di el sí. Lo único que tengo es esto. –tocaba su cama con muchas fuerzas como si alguien quisiera despojarla de ella.

12pm. Cansada de mantener su cuerpo de lado, se acomodo en una nueva postura esta vez viendo hacia arriba.

La cama era vieja ya que la tenía desde que cumplió 20 años. Justamente diez años más tarde pasaría hacer su cueva, de donde no saldría.

La puerta volvería a sonar pero ella se hundiría más en las cobijas aferrándose a la cama como un pequeño animal se aferra a la vida. A lo lejos se volvía a escuchar el radio de aquel humano el cual tenía decidido a arruinarle el día a esperanza con su repertorio. Esta vez ella solo escuchaba la voz de aquella leona dormida que decidida dijo: -hoy voy a cambiar.

Hoy, estaba destinado a ser un día horrible para esperanza. El ruido, pero en especial las canciones la habían sacado de la cama. Ya no aguantaba más.

12:30pm. Queriendo saber quien se burlaba de las penas ajenas, decidió ponerse su suéter atreviéndose a caminar por la sala hasta la puerta.

-¿No quiero cambiar? Estoy bien viviendo en mi cama. Es todo lo que necesito y lo que haré hasta que me muera. -Murmuraba enojada mientras salía caminando hacia la calle.

Esperanza estaba decidida a saber quién era el infame que estaba arruinándole el día. Más deprimente no podía estar. Camino. Busco. Encontró. Toco la puerta. Él contesto al llamado de la puerta. Ella se volvió a enamorar.

Laura Desiderio

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